De todos los dichos que pululan por el mundillo bursátil, hay uno que anda a medio camino entre la afirmación gratuita carente de todo fundamento y la pauta estacional digna de ser tenida en cuenta. Esta proverbial afirmación no es otra que aquélla que proclama que el mes de enero es capaz de mostrarnos el camino que tomarán las bolsas en el resto del año.
Enero alcista, bolsas alcistas. Enero bajista, mercados bajistas. Y, dejando claro que no concedemos a esta cuestión virtualidad alguna, ¿qué pasa con los eneros que no son ni alcistas ni bajistas, sino todo lo contrario?
Terminaba el año 2011 nuestro Ibex 35 en los 8.566 puntos, habiendo cerrado enero en los 8.509. Para añadir más intrascendencia a lo sucedido en este comienzo de año, puede afirmarse que la vela dibujada a lo largo del mes ha sido una de las que menos rango tiene de los últimos años. Poco más de 500 puntos de oscilación entre los mínimos y los máximos del mes dan una idea de la poca personalidad exhibida por este enero al que se le suponen tantos efectos adivinatorios.
¿Acaso nos está diciendo que el año discurrirá atrapado en una cansina lateralidad incapaz de resolver las cuestiones pendientes que tiene la gráfica del índice director de la bolsa española? De ser así, vamos a aburrirnos sobremanera.
Técnicamente, las claves para el corto plazo (y quizá también para el medio) pasan por resolver de una vez esa zona de congestión en la que se encuentran los precios en los últimos meses y que marcamos en la gráfica adjunta con una elipse. Sea hacia arriba o hacia abajo, buscando la resistencia que supone la directriz bajista roja o volviendo a poner a prueba el soporte que dibuja la directriz alcista azul, sólo un movimiento decidido en uno de esos sentidos podría librarnos del tedio que este mes de enero parece augurarnos.
Por ahí pasan las tareas pendientes para el febrero menos corto de lo habitual que mañana empieza. Seguiremos los acontecimientos.