Érase una vez un reino en el que la principal ocupación consistía en practicar el oficio de comprar y vender dinero. En el más importante zoco de aquellas tierras, dos poderosos mercaderes eran capaces de imponer sus reglas al resto. No corrían buenos tiempos para los negociantes del dinero, ni en aquel reino, ni en las prósperas tierras de ultramar o en la Germanía.
Cuando las principales empresas en la economía de un país son sus bancos. Cuando sólo dos valores del sector financiero constituyen el 30 por ciento de un índice. Cuando todo esto se combina con un entorno internacional en el que el sector bancario no goza de un sentimiento demasiado positivo por parte de los operadores, presente incluso en mercados tan alcistas como Wall Street o el Dax alemán, la cosa no pinta demasiado bien.
Técnicamente, lo visto hoy en el mercado español en Santander y BBVA deja a ambos valores justo en el límite de entender que estamos ante el comienzo de un evidente deterioro del aspecto técnico de las series diarias.
No es algo que nos deba sorprender. No han presentado síntoma alguna de fortaleza en un entorno de bolsas alcistas en el corto plazo, lo que equivale a demostrar una debilidad latente. Ese sentimiento negativo, expresado últimamente como indiferencia ante los estímulos positivos que vienen de otros mercados y de otros sectores, puede acabar manifestándose en una explosión de ventas, tirando del precio hacia abajo con fuerza.
Y, lamentablemente, dada su ponderación dentro del índice y el efecto contagio que estos dos bancos son capaces de demostrar, el Ibex 35 se verá arrastrado irremediablemente por su destino, sea el que sea.
Ya hemos dicho que hoy han quedado las cosas en el límite. No vamos a andar, lupa en mano y en una jornada semifestiva, sacando conclusiones que tienen que ver con unos pocos céntimos arriba o abajo.
Seguiremos los acontecimientos.