Resulta evidente, a la vista de las series que ahora tratamos, que el órdago lanzado por las autoridades niponas al mercado de divisas a mediados de septiembre, ha sucumbido finalmente a la tendencia alcista instaurada en el Yen desde tiempo ya casi inmemorial.
Ese aviso a navegantes que supusieron aquellas declaraciones quedó en un efímero efecto. Será porque los japoneses son gente disciplinada y no quieren entrar en una guerra de divisas o será porque realmente no tienen mucho margen de maniobra, pero lo cierto es que, si de yenes hablamos, tenemos que seguir considerando como escenario más probable en su cambio con las principales divisas el de la apreciación.
Traducido a los cambios que nos ocupan, eso supone que la hoja de ruta más plausible en el medio plazo en esos gráficos adjuntos no será otra que la de la continuidad bajista.
En el Euro/Yen y en la Libra/Yen los suelos de esos canales bajistas que definen las líneas rojas parecen el destino probable, a no ser que las respectivas líneas azules que se interponen en su camino vuelvan a actuar como soportes, posibilidad que, la verdad sea dicha, no estimamos como la primera opción (hablamos en términos de medio plazo).
Esta visión es también extensible al Dólar/Yen, a pesar de que la moneda estadounidense haya conseguido recientemente vencer esa directriz bajista nacida a comienzos de mayo. Aun así, para que este rebote pudiera hacer que replanteáramos el escenario propuesto (continuidad bajista), habrían de superarse los 86 yenes (línea naranja en el gráfico adjunto). Entendemos que este rebote del Dólar obedece más a una correlación de la divisa norteamericana con las bolsas (los índices directores de Wall Street vienen dibujando en el mismo tramo temporal una corrección de las subidas previas) que a un verdadero cambio de tendencia medioplacista en ciernes.
Seguiremos los acontecimientos.