Esta mañana, entrelazado con la alegría que suponía ver a la bolsa subir con fuerza, se apreciaba cierto sentimiento de indignación en los corrillos económicos y políticos nacionales. La Unión Europea imponía una penitencia a la banca española bastante más dura que la que deban soportar los bancos franceses o italianos, y sólo superada por la de Grecia, país pecador donde los haya, como es bien sabido.
Para alcanzar eso que llaman ratio de capital de calidad, varios bancos españoles van a tener que sacar 26.000 millones de euros de la chistera (no sabemos si de la propia o de la ajena), mientras que sus colegas franceses, más castigados si cabe por los problemas de la deuda soberana y por la mala gestión llevada a cabo en el pasado, pasarán el mal trago con tan sólo 8.800 millones adicionales.
¿Nos han metido un gol o, por el contrario, las cifras responden a la realidad de las cosas?
Seamos positivos y pensemos bien. Los honestos políticos europeos y sus sesudos colaboradores no han hecho otra cosa que echar las cuentas y decirle a cada uno cuáles son sus deberes, duela a quien duela y cueste lo que cueste. Por supuesto, la decisión ha sido tomada de forma concienzuda y sin tener en cuenta presiones de ningún tipo. Si de todo ello se deriva una falta de crédito en países como España y un problema adicional para la recuperación económica, que cada palo aguante su vela.
Aunque también podríamos pensar mal y barruntar que detrás de este trato discriminatorio hacia la banca española, en relación a la francesa, hay que ver la mano de Sarkozy y su empeño en no perjudicar a sus bancos, los cuales no han demostrado en modo alguno haber hecho mejor los deberes que los nuestros, y de paso a su economía, sobre todo ahora que los resultados electorales y las encuestas no le van demasiado bien.
El que parte y reparte, se queda con la mejor parte. Y mucho me temo que esto que han llamado Cumbre de la Unión Europea no haya sido más que un Petit Comité Franco-Alemán.
Si debemos guiarnos por el imparcial juicio de las bolsas, visto el desarrollo de las series de los principales bancos franceses y españoles en los últimos años (véanse los gráficos de más abajo), todo indicaba que los grandes bancos galos andaban ligeramente peor que los nuestros.
En fin, sea como fuere, si detrás de todo esto hay trampa, estoy convencido de que tarde o temprano tendremos la oportunidad de ver cómo se destapa. Y seguramente el veredicto de las bolsas volverá a ser el mejor indicativo de la situación real.
Hoy, por supuesto, ha tocado lanzamiento masivo de cohetes en el sector financiero europeo. Y, festejando el resultado que sirve de título a este artículo, se ha quemado mucha más pólvora más allá de los Pirineos. Mientras BBVA lideraba las subidas en este lado con un diez por ciento al alza (corroborando lo que venimos diciendo últimamente sobre su mejor comportamiento relativo respecto a Santander), Crédit Agricole y Société Générale superaban el veinte por ciento.
Nos han metido un gol. Sólo resta saber si seremos capaces de remontar el partido, a pesar de que el árbitro tire demasiado por los los bleus.