Los generales romanos celebraban sus victorias sobre el enemigo con un triunfo por las calles de Roma. Cuando la victoria había sido lo suficientemente importante y aplastante, la ciudad entera homenajeaba al triunfador, quien desfilaba exhibiéndose sobre un carro tirado por caballos blancos y mostrando a todos sus conciudadanos el botín y los prisioneros obtenidos.
Los antiguos romanos, conocedores como nadie de las debilidades que encierra la naturaleza humana, obligaban al triunfador a ir acompañado de un esclavo cuya única misión era la de repetir incansablemente una curiosa frase: ¡recuerda que has de morir!
Verse agasajado por miles de ciudadanos e incluso por los mismos senadores podía crear, y de hecho así ocurrió en más de una ocasión, en el sujeto en cuestión un peligroso endiosamiento. Colocar a su lado a un esclavo, el ser más ínfimo de la escala social, repitiendo de forma cansina esa cantinela podía servir de adecuado contrapunto, evitando que el triunfante general perdiera por completo la perspectiva de las cosas.
Seguramente, a fuerza de repetirse, el recordatorio de la mortalidad acabó por carecer de eficacia alguna. Pero nunca viene mal que alguien, por muy molesto que nos pueda parecer, nos recuerde que tanto la vida del hombre como las cosas que la adornan son efímeras.
Actualmente, y ahora ya sí entramos de lleno en el muy humano mundo de la bolsa, los bajistas festejan por todo lo alto su particular triunfo en el mercado español. La batalla final se libró en esa banda amarilla que marcamos en la gráfica adjunta y los bajistas, al conseguir pulverizar la zona de los 7.400-7.500 puntos en cierres semanales obtuvieron el botín suficiente para que el mercado les otorgue su merecido homenaje.
En anteriores análisis, mencionamos que, caso de producirse dicha premisa (pérdida en cierres semanales de los 7.425 puntos), el escenario más probable era el de ver al índice camino de los mínimos de 2009. Lamentablemente, acertamos en el pronóstico.
La zona en la que el Ibex 35 rebotó en marzo de 2009 es especialmente significativa. Con la superación de los 6.700 puntos, en la primavera de 2003, se puso fin al mercado bajista iniciado tres años antes, al estallar la burbuja tecnológica. Ya entonces sirvió como zona de soporte para el típico retroceso que suele seguir a una rotura al alza. Si ahora no aguantara, los mínimos de aquel mercado bajista iniciado con el nuevo siglo serían la referencia para la cotización, lo que significa hablar de los 5.300-5.500 puntos.
No se ve signo positivo alguno en el horizonte e incluso los índices directores de la bolsa americana, mercado donde los alcistas dominan la situación, se encuentran en una peligrosa zona de resistencia que bien pudiera servir de excusa para iniciar la consabida corrección estacional para la que mayo es tan propicio.
Así las cosas, y quizá como único consuelo, hoy no podemos hacer otra cosa que emular a aquel enojoso esclavo que acompañaba al triunfante general y recordarles a los bajistas que las tendencias no son eternas y que algún día el sentido de los precios se invertirá. Es poco, lo sé, pero no hay otra cosa.
Para acabar, un guiño más al paralelismo histórico-bursátil: ¿saben una curiosidad que se producía en la ceremonia del triunfo? Pues no es otra que el general homenajeado debía llevar la cara pintada de rojo. ¿Quería dejar claro que estaba corto? ¿Era un bajista tan convencido que hasta se sentía obligado a exteriorizarlo físicamente?
Seguiremos los acontecimientos.
¿En el muy humano mundo de la bolsa? Supongo que te referirás a lo que la bolsa tiene de irracional en los últimos años. Las máquinas han tomado ya definitivamente el control de los grandes casinos financieros en los que se han convertido las anteriormente conocidas como bolsas.
Celebro que hayas vuelto.