Analizamos un valor y establecemos unas premisas. Cumplida la condición que marcábamos para activar la señal de entrada, actuamos en consecuencia y abrimos una estrategia compradora. Como toda estrategia, tenemos unos objetivos (siempre sujetos a continua revisión en función del devenir de los acontecimientos) y uno o varios puntos en los que colocar los stops de protección (éstos nunca deben ser negociables, una vez hayamos elegido el más adecuado a nuestro perfil de riesgo). Pero resulta que, justo el día que hemos comprado, las cosas no marchan todo lo bien que habíamos previsto.
Y entran en juego las debilidades de la sicología humana: la duda, el miedo, … En esos momentos, es cuando toca aferrarse al método, toca tener muy presentes las conclusiones que obtuvimos tras el análisis y obviar todo lo demás.
Trasladado al caso que nos ocupa, y echando un vistazo al gráfico de corto plazo que hoy traemos, vemos que ni el volumen ni el precio han dado ninguna señal que nos deba hacer dudar de la bondad del movimiento alcista iniciado a finales de abril. Mientras el valor no pierda el nivel de los 49,30 en cierres (o los 49,10 si queremos poner algo de filtro), la hipótesis de que las alzas volverán a aparecer en cualquier momento es la que debe guiar nuestro parecer. Si se prefiere dar algo más de margen a la estrategia, el stop podría incluso situarse en cierres por debajo de los 48,60.
No hay motivos para el pánico. Realmente, nunca hay motivos para el pánico, si la estrategia no sale tal y como habíamos pensado y el mercado acaba demostrándonos que estábamos equivocados, ejecutamos nuestros stops y a otra cosa. Así funciona esto y cuanto antes lo entendamos, mejor.
