Nos hemos desgañitado diciendo lo conveniente que sería para el movimiento alcista iniciado en marzo una corrección de cierto calado que saneara la tendencia. Desde este blog hemos citado en más de una ocasión los 1.100 puntos del S&P 500 como el nivel de resistencia horizontal que mediría la verdadera fortaleza de este movimiento. Incluso lo hemos señalado como lugar idóneo para el inicio de esa corrección.
Y ahora que esa resistencia horizontal de los 1.100 puntos ha hecho su trabajo, con la ayuda inestimable de la directriz bajista primaria nacida con los máximos de finales de 2.007, llega ese momento en el que nos asaltará la duda. Si las caídas continúan en próximas semanas, pondremos en duda esa bondad que veíamos en la corrección y el miedo nos hará creer que ha llegado el final de la tendencia alcista iniciada en marzo.
No faltarán agoreros que nos pronostiquen, sin mayor fundamento que la afirmación gratuita, una vuelta en «w» o, incluso, una caída más allá de los mínimos de marzo.
Nosotros preferimos seguir fieles a la idea que hemos venido defendiendo: bienvenidos sean los retrocesos, e incluso las correcciones mayores, porque nos darán la oportunidad de comprar en un futuro cercano a precios más bajos y en una tendencia saneada.
Que nadie se asuste. Si los valores pierden los soportes relevantes, se vende, se guardan las plusvalías y se espera el momento de volver a entrar. El S&P 500 podría irse a los 950 puntos y el alcismo nacido en marzo seguiría intacto.
Seguiremos los acontecimientos.