Leía esta mañana un buen artículo sobre el curioso caso de la competencia que embotelladoras de Coca-Cola extranjeras están representando para las embotelladoras nacionales de ese mismo producto. Ciertamente, el tema puede abrir más de un debate acerca de la política interna de las multinacionales, o sobre ese fenómeno de la deslocalización que cada vez se parece más a un libre comercio mal entendido.
El que suscribe opina que todavía está pendiente de resolver el asunto de poner al mismo nivel los costes humanos y los económicos, y que es lícito ponerle cortapisas a fenómenos como éste para evitar una competencia escasamente leal, máxime si tenemos en cuenta el lugar de procedencia de esos productos, seguramente algún país en el que las garantías laborales no deben andar muy claras.
Me interesa vuestra opinión. Nosotros acabamos el artículo echando un vistazo al gráfico semanal de Coca-Cola, justo el que contempla la caída tras los máximos de enero de 2.008 y la posterior recuperación iniciada a comienzos de marzo de este año, recuperación que ha llevado al precio a tiro de piedra de los niveles alcanzados antes del mercado bajista.
Un gráfico bastante noble, en el que las directrices se respetan escrupulosamente y cada rotura es la señal, en absoluto engañosa, de un cambio de tendencia. Mientras ese canal azul guíe a la cotización, no vemos mayores problemas para los alcistas.
