El sequester, este es el curioso eufemismo con el que en ultramar se refieren estos días a la serie de medidas que deberían entrar en vigor mañana viernes, y que básicamente consisten en una serie de recortes en el gasto por valor de 85.000 millones de dólares, principalmente en prestaciones asistenciales y de salud, así como en un ligero incremento de impuestos.
Los efectos de este secuestro económico se dejarían sentir en el crecimiento económico de los Estados Unidos, estimándose en dos millones el número de felices trabajadores que podrían pasar a la amarga condición de parados. Conseguir un acuerdo que mitigue estos perniciosos efectos conllevaría no resolver adecuadamente el problema de la creciente deuda norteamericana, lo que es la causa última de estos recortes.
Estamos, pues, ante los ecos de aquel abismo fiscal que tanto diera que hablar a finales de 2012 y que tanto influyó en el retraso alcista de la bolsa neoyorquina respecto a sus colegas europeas. Sin embargo, no parece que ahora este sequester esté cotizando negativamente en los principales índices de Wall Street.
Echen un vistazo a los gráficos que acompañamos del Dow Jones Industrial y del Transportes y comprobarán cómo no hay atisbo alguno de efecto negativo sobre los precios. ¿Se trata de medidas que ya han sido suficientemente descontadas en las cotizaciones? ¿Está aplazando la bolsa en el corto plazo el cotizar los efectos de medidas de largo recorrido? Pero, si los mercados son eficientes máquinas de descontar hechos futuros, ¿no será más bien que todo esto no terminará por causar daños apreciables en la economía estadounidense?
Habrá que seguir los acontecimientos, aunque lo cierto es que la verticalidad acumulada por las subidas en los índices neoyorquinos va pidiendo a gritos una corrección apropiada. Y la ocasión la pintan calva.