El ordenado tramo bajista iniciado por el Euro a finales de octubre del año pasado ha resultado extremadamente rentable para aquéllos que se posicionaran en el lado vendedor. Sabemos que las tendencias (o microtendencias, si se prefiere) que se desarrollan en el corto plazo tienen una vida efímera y que las líneas que las guían a menudo resultan traicioneras.
Pero el Euro parece empeñado en dejar para la posteridad una excepción a ese comportamiento habitual de los precios en las distancias cortas. Esos canales que definen las líneas rojas en el cambio Euro/Dólar y en el par Euro/Yen vienen funcionando como relojes durante dos meses y medio, que no es poco.
La tendencia bajista es tan fuerte en el Euro que cada acercamiento al techo del canal obliga a preparar la escopeta de los cortos. Cada descanso o tímido intento de recuperación (las sucesivas líneas azules que se marcan) no es otra cosa que la antesala de otro movimiento a la baja.
Puestos a ser optimistas, habrá quien argumente que el Euro lleva desde mediados de diciembre sin visitar el suelo del canal bajista que dibuja en su cambio respecto al Dólar. Deducir de tal circunstancia un signo de fortaleza latente me parece bastante arriesgado, por no decir absolutamente carente de fundamento. Mientras no se demuestre lo contrario, la tendencia se obstinará en perdurar. Sólo cuando la gráfica muestre una quiebra en la misma, cabrá especular con operaciones en el lado comprador.