Leía hoy una interesante noticia en Reuters (os recomiendo su lectura) en la que se deja constancia de la relevancia que lo ocurrido en la tarde de ayer en Wall Street tendrá en la historia de los mercados. Por el artículo discurren toda clase de declaraciones de importantes personajes de la vida pública norteamericana (Obama y Bernanke, entre otros), lo que da idea de lo profundo que ha calado esa locura transitoria de ayer por la tarde.
Dando por descontado que es toda una aberración el que determinadas acciones pudieran caer en cuestión de minutos un 60 por ciento, el conjunto de las declaraciones que se exponen da, sin embargo, cierto tufillo a un intento de querer dejar el asunto en algo tan pueril y tan poco creíble como un suceso causado por un error de cierto broker al pulsar una tecla.
Hace algún tiempo también tuvimos ocasión de comprobar cómo se pretendió culpar del bajismo exacerbado a cierto broker francés. Mal funciona el sistema de órdenes si un operador cualquiera es capaz de hacer tambalear los mercados mundiales desde su modesta mesa de operaciones.
Una vez más, también en ultramar ponen a los especuladores en el punto de mira, queriéndoles culpar de algo tan natural y lógico como lo es que los mercados bajen. Si hace unos días era Durao Barroso quien dejaba en el aire medidas contra los operadores bajistas, ahora son los norteamericanos quienes quieren poner en un «escrutinio mayor» a «los operadores de alta frecuencia y algoritmos«. En definitiva, que les van a poner las pilas a los traders del corto plazo.
Y, sin embargo, más allá de errores ortográficos, los algoritmos y demás mandangas, la serie semanal y diaria del S&P 500 marca un claro deterioro del aspecto técnico en el corto plazo, deterioro que, desde luego, es fruto de algo que trasciende a esos minutos de locura vividos ayer.
El gráfico semanal se ha detenido justo donde debía hacerlo. Esa línea naranja del primero de los gráficos adjuntos vino funcionando como soporte desde mediados de 2.006 y ahora, una vez perdida, se ha convertido en la gran resistencia a batir, por aplicación de la regla charlista que determina que un soporte cruzado a la baja invierte su papel por el de resistencia para futuras recuperaciones. Es cierto que puede mantenerse todavía el que estamos viendo un gran pull back a la directriz bajista (línea roja) cruzada al alza. Pero la contundencia de esta última vela semanal genera muchas dudas sobre esta idea.
También la serie diaria (gráfica de la derecha) apunta al deterioro del aspecto técnico. La corrección proporcional que esperábamos se ha producido con una verticalidad que no se veía desde 2.008, rompiendo además en cierres la directriz alcista que servía de base al canal de líneas azules. Si en próximas sesiones se pierde de forma solvente la zona de los 1.045 puntos, la secuencia de mínimos relativos crecientes iniciada hace más de un año se vería seriamente afectada y el escenario meramente correctivo debería empezar a ser cuestionado, para comenzar a plantearse un cambio de tendencia en el medio plazo.
Si, a pesar de todo, esto no es más que la consecuencia de un fallo técnico puntual y, si efectivamente son los operadores de alta frecuencia los únicos culpables, la cosa no llegará a mayores. Por muy mal organizado que esté el sistema y por muy nerviosos que puedan llegar a ponerse los devotos de los algoritmos, no son razones suficientes para generar un cambio de tendencia. Así que, si esos 1.045 puntos del S&P 500 se pierden en cierres semanales, ya no cabrán dudas de que aquí hay algo más.
Por supuesto, y a riesgo de que se nos tilde de fomentar la especulación, mientras esa premisa expuesta no se cumpla, no dejaremos de vigilar de cerca al mercado americano. Y es que, mientras la condición no se plasme en el gráfico, la hoja de ruta pasa por estar viendo una corrección (acelerada y pasada de frenada, pero corrección al fin y al cabo) en un mercado alcista, o lo que es lo mismo, una oportunidad de entrar largo en esa tendencia alcista a poco que se amague un suelo.
Seguiremos los acontecimientos.