A mediados de noviembre del pasado año, el Nikkei cotizaba en la zona de los 9.000 puntos. Hace sólo un par de días, faltaron unos pocos puntos para tocar los 16.000. Si Greenspan tuviera que escribir este artículo, estamos seguros de que la “exuberancia irracional” aparecería en el texto.
Podríamos también echar mano del refranero y acordarnos de esos animalitos a los que tarde o temprano les llega su San Martín, aunque la comparación quizá pueda resultar un tanto ofensiva.
La burbuja vivida por la bolsa japonesa estos últimos meses ha estallado, haciéndolo, como no podía ser de otra manera, con la virulencia que tantas ganancias acumuladas se merecían.
Lo gracioso del caso, si es que puede haber algo realmente alegre en situaciones como esta, es que el Nikkei podría caer tres mil puntos desde esos máximos de hace dos días y la serie seguiría siendo alcista. Echen un vistazo al gráfico que acompañamos y comprueben cómo la directriz alcista azul que marcamos, y que representa un alcismo más calmado, viene a valer en estos momentos unos 13.000 puntos.
De momento, los cazadores de gangas han hecho su aparición y han conseguido que el índice nipón remonte unos quinientos puntos. Con ello, se está posibilitando además que los alcistas luchen por mantenerse en cierres sobre esa directriz alcista verde más acelerada que marcamos.
En cualquier caso, no se fíen ni un pelo. Recuerden lo peligroso que puede resultar intentar agarrar un cuchillo que cae. Dejemos que la cosa se calme, sólo entonces será el momento propicio para tomar decisiones.
Seguiremos los acontecimientos.