Una vez que un valor se despeña por el desfiladero que supone la caída libre histórica, poco más puede decirse del mismo desde un punto de vista técnico. Quizá el mercado no esté valorando suficientemente sus fundamentales, su diversificación en sectores ajenos a la construcción o en países no aquejados de una crisis económica tan profunda como la nuestra. Pero somos chartistas, y lo único que importa es lo que ese mercado está dispuesto a pagar en cada momento, es decir, el precio.
Para no dejar al lector con la sensación de que el analista no ha dejado siquiera una pincelada técnica, sólo decir que esa línea roja que se marca en la gráfica adjunta y sobre la que la cotización ha venido pivotando (alternando sucesivamente el papel de resistencia y soporte) estos últimos años bien pudiera ser el destino para el precio en este movimiento de caída pronunciada iniciado en febrero.
Que antes los bajistas, auténticos dueños de la situación, permitan que se dibuje un pull back a esa línea naranja inferior sería un dato sin demasiada transcendencia tendencial. Sólo con cierres semanales por encima de los 12,15 euros podríamos estimar que se ha producido cierta mejoría en el corto plazo.