Andaba Gas Natural metido de lleno en la obligatoria tarea de dibujar una suave corrección que aligerara algo la sobrecarga que suponía un cien por cien de revalorización desde los mínimos de julio del año pasado, cuando la reforma energética anunciada por el Gobierno ha venido a poner cierto nerviosismo en la tranquila forma de corregir que venía describiendo uno de los títulos más alcistas del mercado español.
¿Oportunidad de compra a la vuelta de la esquina, una vez que los operadores más nerviosos deshagan sus posiciones? O, por el contrario, ¿peligra la estructura alcista desarrollada por la serie de precios en el último año, lo que aconsejaría extremar la prudencia en el valor?
A estas preguntas, nosotros sólo podemos dar una contestación basada en criterios eminentemente chartistas. Es cierto que todo proceso correctivo, en un valor alcista, constituye la antesala de una oportunidad de compra. Y precisamente teníamos a Gas Natural en vigilancia esperando algún síntoma que nos invitara a creer en la vuelta de las alzas tras no poder a lo largo de mayo con la zona de precio de los 16,60 euros (línea roja en la gráfica adjunta).
Pero lo visto el viernes, por más que se trate de un episodio puntual, ha enturbiado en cierta forma el aspecto técnico del título. Si en próximas sesiones se vieran cierres por debajo de los 13,50 euros, la sucesión de máximos y mínimos relativos crecientes que define todo proceso alcista, y que Gas Natural ha seguido a rajatabla, habría quebrado.
Llegado el caso, la cotización podría sentir la tentación de buscar el soporte horizontal que habita en los alrededores de los 12,50 euros, lo que supondría un euro adicional de caída.
Así las cosas, mejor esperar acontecimientos y marcar por arriba el nivel de los 15,60 euros. Sólo con cierres por encima de esa cota podríamos argumentar que todo esto no ha sido más que el mal sueño de una noche de verano.