En la película de la crisis vivida por los mercados bursátiles desde finales de 2.007 hasta marzo de 2.009 está claro que el papel protagonista se lo han llevado los bancos. Fueron los que adelantaron el gran techo de mercado, comenzando la tendencia a la baja meses antes que los índices directores y fueron también los que marcaron el suelo hace ahora un año.
Y en esta película (de terror, de suspense o cómica, según la impresión que a cada uno le haya quedado tras esos dos años de destape de despropósitos empresariales y bajadas en las bolsas) hay, como no podía ser de otra manera, un banco al que le tocó ejercer el papel de bueno. No es que Goldman Sachs no lo pasara mal durante la crisis (conviene recordar que cayó desde los 250 dólares hasta los 50), sino que, como siempre ocurre con el caballo del bueno, pudo correr bastante más hacia arriba en la recuperación posterior, llegando recientemente a los alrededores de los 200 dólares.
El viernes un relámpago sacudió al mercado. Como si una estrella de Hollywood, de ésas que encandilan a miles de quinceañeras con las hormonas desbordadas, hubiera decidido salir del armario, la noticia de la acusación de fraude sobre el banco norteamericano se encargó de castigar al sector y a los índices en general.
Si esta crisis ha servido para algo, ha sido, ente otras cosas, para desmitificar algunos principios que parecían estar sobre todas las cosas. El laissez faire del liberalismo americano tuvo que sucumbir a la intervención estatal, dejando claro que el sueño americano podía tener de vez en cuando alguna pesadilla. Y por ello nos cuesta creer que la SEC (la CNMV en versión americana, corregida y aumentada) sea capaz de poner en su sitio como se merece a un banco que, al parecer, vendía a sus clientes un producto contra el que estaba apostando en los mercados de derivados, sabedor, claro está, de que las virtudes que se le publicitaban no eran tales.
Se trata de un timo que ya conocemos los que llevamos algún tiempo en esto de la bolsa. Una versión más sofisticada de esa práctica tan común por estos lares y que consiste en emitir una recomendación de compra sobre un título en el que la agencia de valores en cuestión se harta de vender posteriormente.
La cosa quedará, seguramente, en un tirón de orejas, un aviso a navegantes y en la dimisión de uno de esos próceres del liberalismo anglosajón caídos recientemente de su pedestal, eso sí, no sin ir acompañados del debido paracaídas de los contratos blindados.
Aun así, es posible que el tema sirva para que los mercados mundiales (demasiado alcistas en el corto plazo) lleven a cabo una lógica corrección proporcional. En cuanto al sujeto en cuestión, y aunque técnicamente no se ha roto nada, tal y como se aprecia en el gráfico adjunto, esa imponente vela bajista del viernes y los 100 millones de títulos que se negociaron me hacen pensar en la continuidad de las caídas antes de que la tendencia alcista de fondo y las malas noticias encuentren el punto de equilibrio.
Con el debido respeto, pero me parese todo esto hecho con la intencion de justificar una correccion a la baja, no la tenian y habia que inventarsela, y ahora que?? largos ó cortos,estamos a mercde del poder de la información….