Intentando aclarar la situación del mercado. Telefónica e Iberdrola como ejemplos.

Como analistas, nuestra obligación es ceñirnos a los dictados de los gráficos y al cumplimiento de las reglas que rigen nuestro método de inversión. Sin embargo, no olvidamos los motivos por los que un día creamos este blog, y que todavía rezan por ahí arriba: el análisis técnico … y alguna cosilla más.

La única función del análisis debe ser el servirnos como base a la hora de tomar decisiones de inversión. No digo con esto que todos los analistas deban ser también operadores, ni mucho menos pretendo afirmar que para ser un verdadero operador haya que usar el análisis técnico. Ésa es nuestra forma de ver las cosas, nada más.

Pero, como operadores, sabemos que hay ocasiones en las que, aunque el método y el análisis aún no marquen una señal operativa, algo dentro de nosotros nos dicta que la ocasión merece la pena. No se trata, al menos en nuestro caso, de operar sin motivo alguno. Las razones existen, aunque aún les falte el condimento final que las convierta en una auténtica señal operativa.

Hace un par de días, y tras reconocer que no parecía el momento más indicado para las compras, dejábamos constancia de ciertas tentaciones que se nos hacían irresistibles. Los gráficos de los tres valores de mayor capitalización de la bolsa española, a pesar de la que estaba cayendo, parecían incitarnos a lanzarnos al barro comprador en una jugada en la que, al menos, teníamos de nuestro lado la atractiva ecuación riesgo-rentabilidad.

Ayer mismo, por contra, hacíamos una llamada a la prudencia y a dejar que el mercado acabara encontrando su suelo.

¿Contradicción? Pues sí, pero no.

Como Antonio Rodríguez, el analista, mi obligación es hacer ver a los lectores que la pauta correctiva de corto plazo en la que se encuentran las bolsas, incluso las más alcistas, aún no ha dado ningún síntoma claro de haber encontrado su final, máxime cuando hace sólo unos días los índices americanos perdían soportes relevantes en las distancias cortas (los 1.295 puntos del S&P 500).

Como antonomasia (ése fue mi nombre de guerra durante años en la ciberbolsa), sigo pensando que la ocasión la pintan calva en determinados valores.

Pongamos dos ejemplos que ilustran bien el tema. Tanto Telefónica como Iberdrola están justo sobre esas líneas azules que marcamos en los gráficos adjuntos y que representan sus directrices alcistas de medio plazo. Los dos parecen haber detenido la caída justo al encuentro de ese soporte dinámico que representa tal directriz. ¿Es el momento de comprar?

Como analista, mi recomendación es la de poner a ambos títulos en vigilancia extrema ante la eventualidad de un inminente rebote, cifrando la señal definitiva de compra para los cortoplacistas en la superación en cierres de la resistencia dejada por el hueco bajista de apertura de la sesión del día 15 de marzo, a saber, en la superación en cierres de los 6 euros en Iberdrola y de los 17,55 euros en Telefónica.

Como antonomasia, les diría que manden al carajo al analista y compren ya. Alguna vez hay que cometer pequeñas locuras. Y digo pequeñas, porque, en el fondo, esas compras no dejarían de tener de su parte el argumento del soporte que parece funcionar y que nos ofrece un stop cercano.

Si después resulta que se pierden en cierres los 5,70 euros en Iberdrola o los 16,90 euros en Telefónica, a eso de las doce de la mañana del día siguiente marcan un stop en máquina un tick por debajo de los últimos mínimos y dejan que el mercado decida su suerte.

No habrán perdido mucho. Además, siempre les quedará el consuelo de maldecir a quien les tentó.