Tenemos fama los españoles, en el mundo anglosajón, de ser despiadados en nuestro trato con los animales. Esta opinión no se debe sólo a nuestro empecinamiento en mantener vivas las corridas de toros, empeño, por lo demás, no compartido de forma unánime, sino que tiene sus raíces en un hecho acaecido en el curso de aquel inútil intento de invadir Inglaterra por parte de la Armada Invencible.
Cuentan que, cuando tras varios días de escaramuzas ya los españoles llegaron al entendimiento de encontrar imposible la invasión de la Pérfida Albión y se decidieron por iniciar el camino de vuelta a España, tuvieron que tomar la ineludible decisión de sacrificar a la mitad de los mulos y caballos que acompañaban a lo que quedaba de la flota a fin de servir de comida en el peligroso viaje de regreso. La otra mitad, convertida en un estorbo por la consabida necesidad que todos los seres vivos sienten de beber a diario el agua dulce que tanto escaseaba, hubo de ser sacrificada.
Y aquellos españoles de finales del siglo XVI, más preocupados por conseguir llegar a un puerto patrio antes de que las tormentas o los ingleses les enviaran al fondo del océano que por dar una muerte digna a los équidos, no tuvieron otra ocurrencia que lanzar por la borda, vivos, a los animales, provocando una desgarradora escena de agonía que algún cronista de la época no pudo menos que rememorar con lágrimas en los ojos.
Ciertamente, aquellos rudos y acobardados marineros bien pudieran haber pasado a cuchillo a las pobres criaturas antes de lanzarlos a la mar. Que este acto de crueldad innecesaria haya grabado en el subconsciente anglosajón nuestra consabida fama de maltratadores es algo que nos merecemos y que sus historiadores se han encargado de pregonar convenientemente durante siglos.
Tanto se han pregonado hechos como éste y otros tantos de eso que llaman leyenda negra hispánica como se han silenciado otros.
Permítanme que les cuente algo que también ocurrió en aquel camino de vuelta de los restos vencidos de la Armada Invencible. No fueron pocas las naves que naufragaron frente a las costas británicas en aquella desesperada huida. Pues bien, los marineros españoles que consiguieron salvar la vida tras zozobrar sus naves en los acantilados de aquellas islas fueron primero despojados de todas sus ropas y pertenencias por los civilizados ingleses, para luego ser sistemáticamente pasados a cuchillo por millares. A los que no los engulló el mar, la muerte les vino a buscar, ya desarmados, de la mano del enemigo.
Como puede verse, una vez más se cumple aquel refrán que habla de la paja en el ojo ajeno.
No pretendemos establecer con esto un juicio escalonado sobre los distintos grados de crueldad alcanzados por tal o cual pueblo, ni mucho menos un alegato patriótico. Todas las guerras, las de entonces y las de ahora, no son más que una ceremonia de asesina impiedad. Pero, eso sí, ilustra bastante bien el tema que hoy nos ocupa: la historia siempre la escriben los vencedores.
Y se preguntará el lector por la razón de esta extensa digresión histórica en un blog dedicado al análisis técnico bursátil. La respuesta es que hoy, cuando iniciamos ya el fin de semana, toca dejar constancia de un hecho que el bullicio de los acontecimientos diarios siempre nos obliga a aplazar. Hoy dejamos esta reflexión: también la historia bursátil, especialmente en situaciones técnicas como la que ahora vive el Santander, acabará siendo escrita por el bando vencedor.
Si la onda bajista iniciada a comienzos de 2010 (bajismo del que deja cumplida constancia la cadena de máximos relevantes decrecientes en la gráfica semanal) acaba dando paso en un momento venidero a un nuevo tramo sostenido al alza que lleve a los precios por encima de los 12 euros, serán los alcistas quienes escriban la historia, contando cómo todo esto no fue otra cosa que un gran tramo correctivo previo a nuevas subidas.
Si, por contra, en el futuro más o menos inmediato vemos cómo esa línea verde que cotiza en los alrededores de los 7 euros acaba cediendo en su labor de soporte para el precio, dando paso con ello a una más que probable acentuación de las bajadas, serán los bajistas los que inmortalicen el hecho, dejando constancia de cómo la tendencia bajista nacida a finales de 2007 aún sigue viva, por más que algunos ya la hayamos dado por muerta con el suelo de mercado dibujado en marzo de 2009.
Del resultado final de la batalla que a diario se libra en las procelosas aguas de los mercados dependerá el sentido de las líneas que se escriban al respecto en el futuro. Nosotros seguimos aún militando en el bando alcista, con una mirada de medio y largo plazo. Quizá tengamos algún día que echar por la borda nuestro escenario y seguramente no faltará quien esté presto en la orilla, cuchillo en mano, esperando nuestro naufragio. Pero no cabe la neutralidad en tales cuestiones.
Buen artículo. Aún recuerdo que hace muchos años un profesor de historia nos explico que era eso, la historia, que antes siempre nos decían que era lo que había pasado durante el tiempo transcurrido y él nos dijo que era lo que habían contado durante años los vencedores de diversas contiendas y batallas.
Un saludo.
Enhorabuena por tan bonito articulo.
Me quedo con esto : Quizas tengamos algún que echar por la borda nuestro escenario y seguramente no faltará quien este presto en la orilla ,cuchillo en mano, esperando nuestro naufragio. Vamos ,el pan nuestro de cada dia .
Saludos