Hoy hemos asistido a un nuevo calentón mañanero en el valor. Seguramente más de uno se habrá visto irrefrenablemente atraído por los cantos de sirena que estos chicharros aún se atreven a entonar de vez en cuando. El resultado, como el de aquellos desdichados marineros de la antigüedad, habrá sido muy probablemente el de estrellar la nave que guarda nuestro preciado dinero destinado a la bolsa contra los acantilados.
Técnicamente, entrar largo en un valor tan estrecho y bajista es una locura. Y lo seguirá siendo durante bastantes céntimos más. Mi consejo ya queda expresado en el título.