Hacía ya algún tiempo que no se veían esos vaivenes a los que hemos asistido estos últimos días. Subidas, bajadas y vuelta a empezar, eso sí, sin moverse demasiado del punto en el que todo empezó.
Y esto no tiene otro nombre que volatilidad, esa vieja amiga ausente últimamente de las bolsas y que parece regresar con las pilas cargadas. Algunos querrán ver en este fenómeno el adelanto de un techo de mercado y el inminente inicio de una corrección de cierto calado. Puede que algo de razón les asista, puede que todo este guirigay de cotizaciones sin rumbo fijo y alocadas no sea otra cosa que la antesala de un próximo cambio de tendencia en el muy corto plazo.
La solución, tal y como venimos diciendo, nos la dará la pérdida de soportes relevantes, lo que en el caso del S&P 500 aún no ha ocurrido. El primero a vigilar, aunque de escasa relevancia más allá del muy corto plazo, cotiza en el mantenimiento en cierres de los 1.080 puntos.
