El pasado 13 de septiembre el cfd sobre el S&P 500 rozaba los 1.475 puntos. Tras varios meses de corrección, al calor del abismo fiscal, hoy se ha superado por momentos muy ligeramente esa cifra. Sin embargo, la gráfica que acompañamos es lo suficientemente explícita: Wall Street ha decidido dejar para la semana que viene (a no ser que en las pocas horas que restan para la campana se produjera un acelerado y extraño movimiento de última hora) la cuestión de dar por finalizada de una vez esta cansina onda correctiva.
La pelota está en el tejado (nunca mejor dicho) y todo es posible. Pudiera caer hacia el lado alcista o no, que es tanto como no decir nada, pero que es lo mejor que podemos decirles si queremos ser honestos. Apostamos por la superación final de esa resistencia, pero preferimos esperar a que la misma se concrete en la gráfica para sacar conclusiones.
Necesitamos una rotura contundente, que no deje lugar a dudas, de las que nosotros llamamos solventes. Que después los precios en algún retroceso incluso vuelven a caer por debajo de los 1.470-1.475 puntos (algo así ocurrió con el Ibex 35 y su particular resistencia en los 8.230 puntos) ya no será especialmente relevante. Una vez que esa cota se supere con solvencia, la corrección habrá terminado para el S&P 500. Lo que venga después será ya otro capítulo.
Nota curiosa: Hemos elegido parafrasear en nuestro título una de las frases del genial Groucho Marx, personaje que, por cierto, perdió una pequeña fortuna (un cuarto de millón de dólares de la época) en el crack del 29 en Wall Street. En su libro Groucho y yo explica como nadie el fulgurante ascenso y la brutal caída de la Bolsa de Nueva York a finales de los años veinte del siglo pasado. En sus líneas se destila pura sicología bursátil, desnudando con maestría las debilidades que llevan a millones de operadores de la exuberancia irracional al pánico más absoluto. Una lectura muy recomendable.
Seguiremos los acontecimientos.
