Los aficionados a ver siempre oscuras intenciones en las acciones humanas quizá estén pensando esta mañana que todo el movimiento al alza dibujado de una forma un tanto extraña y acelerada por parte de Telefónica desde los últimos días de febrero, y que consiguió empujar al alza dos euros a la cotización, no haya sido otra cosa que una estrategia premeditada para situar al valor en un determinado nivel de precio justo cuando tuviera que anunciarse la noticia de la venta de la autocartera de la compañía.
Piensa mal, … ¿y acertarás? Puede ser. Desde luego, el rally vivido por la teleco en el último mes, uno de los grandes valores nacionales que peor se había comportado en los meses previos, ha tenido en todo momento un cierto aroma de rareza, por decirlo suavemente.
Sembrar la duda es siempre tarea fácil, ya que los argumentos que la sustentan no tienen que ser necesariamente sólidos. En cualquier caso, cada uno es muy libre de creer lo que mejor le parezca.
Técnicamente, esta caída se ha producido justo tras dibujar ayer una gran envolvente bajista en la zona de resistencia que suponían los alrededores de los 11,60 euros (línea roja en la gráfica ajunta). Incluso podríamos aventurar que este desplome va a servir para dibujar un retroceso hacia esa directriz bajista (línea naranja) recientemente superada.
Han cambiado mucho las cosas en la bolsa. Si en otro tiempo compañías como Telefónica hacían del aumento de su autocartera una especie de estandarte de la preocupación de sus directivos por los accionistas, ahora se viven momentos en los que prima la reducción del endeudamiento, sea a costa de lo que sea. El accionista ya no es la prioridad.
Seguiremos los acontecimientos, aunque eso será ya el próximo lunes, cuando volvamos de un pequeño descanso.
