Vamos a suponer que creemos que el mercado siempre tiene razón, incluso cuando parece que no hay motivos para que ocurra lo que realmente está ocurriendo. Supongamos que el precio lo descuenta todo y que en la cotización acaban confluyendo todas las noticias (positivas y negativas), perspectivas y variables financieras que en cada momento afectan a la compañía en cuestión. Pensemos, por un momento, que el dibujo que el precio realiza a través del tiempo es capaz de hacernos predecir cuál será el sentido más probable de la cotización en el futuro. Supongamos, en definitiva, que somos chartistas.
Si esa pauta que ha dibujado la serie diaria de Telefónica y que marcamos en el gráfico adjunto es una formación bajista de hombro-cabeza-hombro y la pérdida de la línea verde (línea clavicular) supuso su confirmación, las cercanías de los 13,50 euros constituyen la proyección gráfica de la misma.
Los puristas del análisis técnico me achacarán que ese hombro derecho es algo diferido en el tiempo o que, para que la pauta sea perfecta, hay que obviar la vela dejada por la sesión del 10 de mayo. Pero son objeciones de escasa entidad, incapaces de deslucir la contundente presencia de ese hombro-cabeza-hombro y la consecuente hoja de ruta bajista en el valor mientras el gráfico no nos diga lo contrario.
Si el gran soporte horizontal que cotiza en el mantenimiento en cierres de los 14,50 euros fuera perdido, ese euro adicional de caída hasta completar la proyección indicada pasaría a ser la hipótesis más probable.
Seguiremos los acontecimientos.